La huella de las palabras en el cerebro de los niños
Para bien o para mal, las palabras dejan marcas que duran para siempre. Los niños son como pequeños científicos; exploran con todos sus sentidos y su autoestima se construye, en gran parte, por su propia experiencia y por la opinión de otros expresada en palabras; incluyendo padres, abuelos y cuidadores.
El poder de las palabras en la autoestima de los pequeños es enorme. Cada frase deja huella en el cerebro y determina la forma de actuar y sentirse. Por ello, aunque piense que no, es muy probable que lo que diga, el tono y melodía que utilice afecte positiva o negativamente en su desarrollo físico, emocional y cognitivo.
Según Luis Castellanos, experto en lenguaje positivo, está científicamente comprobado que el pensamiento moldea el cerebro. De esta forma, un cerebro que en su mayoría ha recibido palabras negativas es rotundamente diferente al que ha escuchado palabras positivas. Pero, ¿por qué sucede esto? Las palabras negativas disminuyen la capacidad cognitiva y generan sensaciones de miedo, angustia, frustración, vergüenza o enfado; mientras que el lenguaje positivo aumenta la autoestima, mejora el rendimiento cognitivo, la capacidad de concentración y la memoria.
Dicho de otro modo, la imagen que un niño tiene de sí mismo es como el cemento húmedo; cada una de las palabras y reacciones que tenemos frente a él dejará una marca que moldeará su carácter y autoconcepto. Así pues, los padres debemos asegurarnos de no dejar ninguna huella de la que nos podamos arrepentir cuando el cemento endurezca.
Ahora bien, todos los extremos dañan. Es tan nocivo hacerles creer que lo merecen todo o que son perfectos, como convencerlos de que no valen o que son inferiores a los demás.
Educar siempre desde el respeto y el ejemplo es una excelente estrategia para que nuestras palabras puedan convertirse en una buena base del diálogo interno de ese adulto en construcción.
¿Cómo desea usted que su hijo se trate a sí mismo en los momentos difíciles o de alegría? Después de todo, el lugar donde más tiempo pasamos es en nuestra cabeza y la persona con la que más tiempo compartimos es con nosotros mismos.